jueves, 20 de octubre de 2016

MI ENCUENTRO CON WOODY (publicado en www.paula.cl)

“Nos sacó de la duda: ¿Qué hace esa chica con este tipo?” En una de sus campañas publicitarias, la revista Rolling Stone planteaba la interrogante junto a una foto de Woody Allen ¿Por qué mujeres como Mia Farrow y Diane Keaton, dos de las actrices más rubias, solicitadas y talentosas de su generación, perdieron la cabeza por Woody? Hoy, puedo llevar esa pregunta a mi propia vida ¿Por qué una chica como yo, a mis veintitantos, está loca por un tipo como él, setentón, desaliñado, “pervertido-incestuoso”, con un cúmulo de problemas de neurosis, autoestima y negativismo a cuestas, que está en terapia desde que cumplió la mayoría de edad? Sin embargo heme aquí, perdida por Woody. Citando sus frases célebres, con sus películas rebozando mi estante, tomando café en un tazón con su cara y con mis cercanos preocupados por mi salud mental.

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martes, 12 de enero de 2016

Fernando Villegas: Su dimensión desconocida (revista Xplora, 2009)

Debajo de la chasca prominente y la cara de pocos amigos, el sociólogo y escritor esconde una personalidad tan inconformista como intensa, que se conmueve con un buen libro, con el jazz, con la postura de los animales y la superioridad de los genios de la humanidad, pero que observa con ojos críticos la raza humana y todos sus derivados. Fernando Villegas, el periodista autodidacta por excelencia, se ha transformado en uno de las figuras públicas más polares, admiradas y vilipendiadas de Chile. Un rol que, asegura, lo tiene sin cuidado. Pero que igual se encarga de cultivar.






miércoles, 18 de noviembre de 2015

Enrique Lafourcade: "Nunca he podido leerme El Quijote" (Revista Fibra)



Llevo más de cinco minutos buscando la casa de Enrique Lafourcade en el cerro San Luis. Repaso en
mi mente todas las minuciosas instrucciones que me dio cuando concertamos la entrevista, sobre todo respecto a lo escondido del timbre y las abundantes flores del balcón. Al pasar por tercera vez por la calle El Quisco, lo veo parado en la vereda, flaco, elegante. Me saluda muy cordial y yo me deshago en explicaciones del tipo “no conozco estos barrios” o “el número no se ve”. El escritor sonríe, “intuí que le podía pasar” dice, y me muestra con su dedo índice el número que se lee grande y claro sobre la pared de la casa.


lunes, 17 de agosto de 2015

Julio lopez Blanco: No me Jodan (Revista Fibra)

A los 63 años encontró en Mega un lugar definitivo, tras una larga carrera televisiva de la que se recuerdan sus despachos como corresponsal de guerra, sus reporteos entre bombas lacrimógenas en los tiempos de la Unidad Popular y su estigma como cara visible de la dictadura. Hoy conserva su voz característica y su inclinación hacia el periodismo social.
Aquí habla de sus maestros, de sus sueños frustrados, de su estilo tembloroso, de su relación con Pinochet. Además, apuesta por Michelle Bachelet como próxima Presidenta del país.


domingo, 12 de enero de 2014

Interiores (Woody Allen, 1978): Una mirada hacia adentro


Woody Allen, el antihéroe non plus ultra del cine norteamericano, creó en el imaginario de sus películas una especie de “Woody en el país de las maravillas”. Es delante de la cámara donde el afamado director lleva su esencia a su máxima expresión, descarga su visión pesimista, su vertiginosa energía e intenta opacar sus más oscuras inseguridades. Pero a diferencia de la mayoría de sus películas, el primer punto de inflexión de su carrera estuvo lleno de quietud. En Interiores, el jazz paró de sonar como telón de fondo, Diane Keaton dejó de interpretarse a sí misma, los diálogos vertiginosos dieron paso a silencios y Allen- quien solía aparecer en pantalla interpretando diversas variaciones de su persona- se quedó tras las cámaras. El filme nació como un homenaje a Ingmar Bergman, ídolo absoluto de Allen, y justificado por su admiración no tuvo pudor en emularlo. Alguna vez el director se burló de su novena película al definirla, con cierto aire irónico, como“cine para europeos”; sin embargo, fue gracias a este filme que muchos se preguntaron por que Allen se empeñaba en hacer comedia, cuando era en el drama dónde se encontraba su mayor potencial.



En el universo de Interiores, tres hermanas- Renata (Diane Keaton), Joey (Marybeth Hurt) y Flynn (Kristin Griffith)- intentan sacar adelante a su madre enferma, Eve (Geraldine Page), luego de que su padre decidiera poner fin a más de treinta años de matrimonio. Entonces, Eve entra en un espiral sin retorno, acentuado por su inestabilidad emocional; mientras sigue amando a su marido, él está cansado de vivir junto a una mujer que ya no reconoce. Sus tres hijas parecen haber armado su vida , pero todas cargan con tormentos e inseguridades que el quiebre de sus padres no hace más que acentuar. Detrás de la cámara de Allen no se esconde una voluntad moralista, sino el afán de mostrar como, tarde o temprano, las relaciones basadas en la frialdad, los eufemismos y el silencio llegan a un ineludible punto de ebullición.

Con decorados sospechosamente perfectos, silencios prolongados e inquietantes primeros planos, el filme realiza una aguda disección del comportamiento humano que, como un caleidoscopio, despliega todas las posibles reacciones de un interior atormentado. Ese interior que el director neoyorkino se atreve a explorar por primera vez y, más aún, a poner frente a los ojos del mundo. Lo que se agradece, porque - al igual que el de sus personajes- el suyo es un interior tan perturbado como genial.


viernes, 15 de noviembre de 2013

Bagdad Café, de Percy Adlon: Hay vida en el desierto

En la imaginería colectiva del cine, el desierto nos habla de soledad. Una carretera larga y vaporosa que parece ir a ninguna parte, donde se vislumbran realidades ficticias y bagajes incesantes. En “París Texas”, el desierto le roba a Travis las palabras; En “My own private Idaho”, Mike se pierde entre el polvo y la narcolepsia. Pero en el mundo de “Bagdad Café”, la turista alemana Jazmin (Marianne Sagebrecht) camina firme y decidida por el borde de la carretera hirviendo, vestida con un grueso traje verde y un sombrero tirolés.


martes, 10 de septiembre de 2013

Domicilio Conyugal (Francois Truffaut, 1970): Hasta que la vida los separe

Cuando Francois Truffaut- director emblema de la Nouvelle Vague francesa- vio por primera vez al joven actor de 14 años Jean Pierre Léaud, supo que estaba frente a una proyección de sí mismo. Ipso facto, Jean Pierre obtuvo el papel de Antoine Doinel, alter ego del director. Su interpretación duró cinco películas y casi veinte años. La primera, Los cuatrocientos golpes (1959), siguió de cerca las rebeldías de niño de Doinel; Tres años después, en El amor a los veinte años (1962), Antoine vivió los avatares de un amor no correspondido; en Besos Robados (1968), conoció al objeto de su afecto, Christine Darbon (Claude Jade), quien se transformaría en el amor de su vida. Al menos, de su vida en pantalla.

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martes, 7 de febrero de 2012

El Decálogo (Krzystof Kieslowski, 1989): Bajo la niebla de Varsovia


Pawel tiene ocho años, los ojos grandes y la mente limpia e inquieta de un niño. Cuando es testigo- por primera vez- del último suspiro de un ser vivo, su cabeza se llena de preguntas. “Después de la muerte”, ¿qué queda de nosotros?” “La memoria de lo que hicimos en los demás" le responde su padre, acorde al prisma racional con que ve la vida. Pero Pawel queda inconforme, porque intuye que en esa respuesta no hay cabida para el alma, o la potencial existencia de una. Porque siente que él sí la tiene, y está preocupado por ella. Entonces, recurre a su tía, y ella intenta traspasarle su fe: “La vida no se trata de hacerle las cosas más fáciles a los otros mientras vivimos, sino que hacerlos felices para que nos mantengan en su memoria cuando no estemos”. Por fin, los ojos de Pawel se tranquilizan.


El es el protagonista de El Decálogo 1 (Amarás a Dios por sobre todas las cosas), primero de una serie de telefilmes realizados por Krzystof Kieslowski para la televisión polaca, basados en su reinterpretación de Los 10 Mandamientos. A lo largo de su obra- en la que destaca la trilogía BlueRouge y Blanc- el realizador encontró un leit motiv que tiene su génesis en el mundo documental; priorizar los silencios antes que el ruido, la detención antes que la acción, los conflictos antes que la evasión. Su cine se basó en lo más oscuro de la condición humana que era, al mismo tiempo, lo que lo movía hacia la luz de su obra. Plasmar un alma en un rostro, la atmósfera en un encuadre, la desolación en un gesto de apariencia fútil.

Aunque parecen no saberlo, los mundos de los protagonistas de cada decálogo están irrevocablemente conectados; por un condominio de edificios dónde cohabitan sin tener noción, por la bruma gris del invierno de Varsovia, por la música de fondo que emerge como telón de fondo detrás de sus historias, por un cruce fortuito en medio del parque. Pero más allá del espacio-tiempo, su unión radica en que todos buscan resolver inquietudes esenciales. Algunos inmersos en la inocencia de los primeros años, otros en el ocaso de su existencia, otros cuando parece que la vida ya no les dará más oportunidades.


Mientras cuestionan, observan, y encaran su realidad, descubren que no siempre hay finales felices, aun cuando se trata del celuloide. Kieslowski, en su infinita riqueza interior, despliega sus inquietudes más profundas y las disgrega al acoplarlas a 10 mandamientos que para muchos representan una decena de principios irrefutables, pero para él son un fértil punto de partida de nuevos cuestionamientos. Porque, aunque ante los ojos del catolicismo llegaron al mundo por un cable divino, son los seres humanos los que los interpretan y aplican. Y precisamente ahí radica su potencial imperfección.

lunes, 9 de mayo de 2011

Atrapado sin salida (Milos Forman, 1975): Tuerto en un país de ciegos


A lo largo de su carrera, el director checo Milos Forman ha demostrado cierta obsesión por los caracteres rebeldes y sufridos, que ante todo se resisten a seguir la corriente, como Larry Flynt enThe People vs. Larry Flynt, Andy Kaufman en El hombre en la luna o Mozart enAmadeus. No es extraño, tomando en cuenta que el mismo Milo también debió luchar contra un entorno adverso, cuando quedó solo luego de que su padre fuera arrestado y asesinado por la GESTAPO y su madre muriera en un campo de concentración. Lo cierto es que la película que representa la génesis de su simbiosis con la industria cinematográfica norteamericana, también pone en el centro a un personaje atormentado y extremo cuya existencia parece a destiempo. Basado en la novela homónima de Ken Kesey-quien nunca quiso ver su obra llevada a la pantalla grande- la película le valió al director la pleitesía del público, y el cetro de la segunda película de la historia en llevarse cinco Oscar, incluido mejor actriz, mejor actor y mejor película.

Después de reiteradas veces en la cárcel y de ser acusado de abuso sexual, Randle Patrick McMurphy (Jack Nicholson) intuye que la mejor forma de librarse de los trabajos forzados a los que ha sido condenado es fingiendo demencia. Así, termina internado en un sanatorio, en el que descubre que se libró de una cárcel para entrar en otra , conoce a uno de sus peores enemigos- la enfermera Mildred Ratched (Louise Fletcher)-, y encuentra mucha más identificación y compañía que en el mundo de la cordura.


En su leit motiv, el filme instala a la locura cómo tópico central, pero lejos de elevarla al nivel de verdad absoluta, la define como un endeble punto de vista sujeto, en su fragilidad, a la más vil y primigenia subjetividad humana. Más allá del desquicio clínicamente declarado, la realidad en la que se sumerge Randle muestra que la demencia es una herramienta de la cuál los cuerdos pueden abusar en forma infame y desquiciada, al menos cuando los beneficia a cumplir sus propósitos.
Mientras la pulcritud de la atmósfera se contrapone a las turbulencias interiores de los personajes, en la película subyace una voluntad de poner en juicio los absolutismos de los que muchas veces los seres humanos se asen para controlar lo que no pueden; ese que lleva a la enferma Mildred a empeñarse en mantener la locura como herramienta, aunque en esa obstinación esté en peligro su propia cordura. Al final, la problemática no radica en si Randle está sano, si es un tuerto en un país de ciegos o el más loco de todos; Milos Forman no se sostiene en resolver esa inquietud, porque conoce los límites de su propia subjetividad. Lo que hace es iluminar un fragmento de realidad que a veces pasa desapercibido, pero que puede llegar a robarse los últimos resabios de cordura de un ser humano.


miércoles, 29 de diciembre de 2010

Antihéroes del cine : El triunfo de los Nerd (Revista Prende, Paula Ediciones)

Los antihéroes del séptimo arte no miden más de un metro setenta, no tienen bíceps tonificados, miradas profundas ni despiertan suspiros ipso facto aparecen en pantalla. Sin embargo, superan con orgullo las situaciones más vergonzosas, y siempre terminan del brazo de la mujer de sus sueños. El humor es su refugio y la debilidad, su arma de seducción.

Charles Chaplin: El primer anithéroe

En una de sus tantas entrevistas, alguien le preguntó a Chaplin por el secreto a la hora de hacer sus películas. El respondió: “pensar, pensar y pensar”. Una respuesta bastante racional, si se piensa en un actor cuyo alter ego, Charlotte, encantaba a las audiencias a través de la sensibilidad y la risa espontánea. Lo cierto es que el considerado el mayor genio de la historia del cine, y uno de los primeros antihéroes, era también un genio tras las cámaras, que a través del humor buscaba reflejar su aguda manera de pensar y su inmensa sensibilidad social. Su alter ego, Charlotte, buscaba en la comedia la felicidad que le era esquiva, y enamoraba a través de su ropa andrajosa, su sencillez y su encantadora torpeza. La llegada del cine sonoro, en la década del 30, significó en un principio una amenaza para Charlotte, cuyo encanto se sustentaba en sus gestos, miradas y torpezas silenciosas. Sin embargo, Chaplin supo encontrar la genialidad en el silencio, y mientras todos los directores se vanagloriaban con sus películas sonoras, él creaba joyas mudas como Tiempos Modernos y Luces de la ciudad

Una vez que el antihéroe se apagaba con las cámaras, Charles Chaplin se quitaba el bigote y el sombrero, pero no la conciencia social. Desde sus primeros años, Charles se vio enfrentado a duras condiciones de vida. Había nacido en uno de los barrios más pobres de Londres, y trabajaba desde niño. Años después, cuando Hollywood estaba rendido a sus pies y, diferencia de Charlotte, no le faltaba dinero, ni poder, ni mujeres (se casó cuatro veces, la última vez con una joven actriz 38 años menor que él), siguió viviendo en la forma austera de antaño. Y hasta sus últimos días, mantuvo una postura clara frente a la vida: “Si la ves en un close-up, la vida es una tragedia; pero si la miras como una toma larga, la vida es una comedia”.

Ben Stiller : Lo bueno de los frascos chicos

Ataviado con las medias rosadas de su hermana, el pequeño Ben Stiller representaba obras de Shakespeare en el living de su casa. Había crecido rodeado del mundo de sus célebres padres, Jerry Stiller y Anne Meara, dos de los más queridos comediantes de la escena norteamericana. Para él, el ridículo y el absurdo era un modo de vida. A los 10 años, filmaba sus propios cortos, donde la historia se repetía: alguien se burlaba del freak e introvertido Ben, pero él siempre encontraba la forma de vengarse. Inmerso en un mundo de gente atractiva y popular, Stiller encontró en la comedia la forma más eficaz y liberadora para enfrentar el entorno al que nunca podría pertenecer Porque, a falta de otros genes codiciados como el porte y el atractivo físico, Ben llevaba ventaja con el gen del humor.

Después de graduarse de UCLA, la parodia se transformó en su mejor escuela. Entre otras cosas, se puso en los zapatos de Tom Cruise, y sin tapujos se burló de su actuación en El color del dinero, de Martin Scorsese. La desfachatez de sus parodias llamó la atención de uno de los productores de Saturday Night Live, quien las puso al aire durante una temporada. Luego vino el éxito tanto detrás de las cámaras- La dura realidad, El insoportable y Zoolander- como delante. Mientras más avanzaba su carrera, más lejos llevaba los extremos del ridículo. Películas como Loco por Mary o La Familia de mi novia lo hicieron sobrepasar los límites imaginables de dolor físico, desquicio y humillación.

Más allá de la pantalla, Ben se quedó con la chica rubia y atractiva. El 2000 se casó con Cristine Taylor. Hoy, Stiller se pasea de la mano de su flamante esposa, con el mismo orgullo con que ostenta el título del actor que ha recibido más premios frambuesa en un año (El 2004, fue nominado a peor actor por cinco de los siete filmes en los que apareció). Gajes de ser nerd.

Jack Lemmon: El amigo del galán

La llegada al mundo de John Ulher Lemmon III fue digna de una comedia de Billy Wilder. A punto de dar a luz, su madre se negó a suspender un juego de bridge. Por ende, Jack nació en el ascensor más cercano al salón donde jugaban. Hijo de un fabricante de donuts y una madre snob adicta a más lujos de los que podía costear, este actor de mentón prominente y sonrisa amable creció como cualquier hijo de vecino, tocando piano en bares de mala muerte y admirando a Charles Chaplin y Búster Keaton. Sus comienzos en el cine parecían destinarlo al eterno secundario, el amigo bonachón y torpe del galán de turno. En 1954, hizo su debut con It would happen to you . Un año después, obtenía un Oscar a mejor actor secundario por su actuación en Mister Roberts. En 1959, la fama lo encontró vestido de mujer junto a Tony Curtis y Marilyn Monroe en Con faldas y a lo loco, la comedia de Billy Wilder que se transformó en uno de sus más grandes clásicos.

El encuentro con Wilder lo instaló a la cabeza de las comedias de la época, entre ellas El apartamento, donde brilló en los zapatos del mediocre y soltero empedernido C.C. Buxter y mostró su capacidad de pasar con maestría de las situaciones más embarazosas y ridículas al drama. Aparte de Billy Wilder, el destino le tenía otro encuentro reservado. En 1960, Jack entró a un restaurante donde comía el actor Walter Mathaw. Se sentó y pidió camarones fritos con helado. Acto seguido, Mathaw lo increpó: “¿Cómo puede pedir una cosa así en un restaurante judío?”. Se hicieron inseparables dentro y fuera de la pantalla, y actuaron juntos en 10 películas, entre ellas éxitos como Buddy, Buddy, La Galleta de la fortuna y Grumpier old man. De su relación, Lemmon dijo: “Si fuéramos homosexuales, seriamos nuestro tipo ideal”. Tanto el cine como su amistad con el comediante lo acompañaron hasta sus últimos días; En 1999 filmaron su última película juntos, Una Vieja pareja II; el 2001, Jack murió de un cáncer a la vesícula, cuatro días después que Walter Mathaw.

Adam Sandler:

Si hay algo que Adam Sandler ha mostrado con creces, es que parecer estúpido no es sinónimo de serlo. A lo largo de su fructífera carrera, el actor le ha sacado partido a su cara de adolescente en pleno crecimiento, a su aspecto desgarbado, a su voz sospechosamente aguda y a esa peculiar mezcla entre infantilismo y genialidad. Lo cierto es que a Adam nunca le afectó el mote de looser, porque más allá de la pantalla jamás lo fue. Desde que probó suerte sobre el escenario en un club de Boston, recibió a carcajadas y aplausos a cambio. Más tarde, fama, mujeres y sueldos astronómicos. Hoy, al Star System Holllywoodense en bandeja, celebrando cada una de sus ideas y actuaciones descabelladas.

En 1990, hizo su ingreso triunfal a Saturday Night Live, donde además de mostrar su talento para la comedia compuso la emblemática Chanukah Song. Desde entonces, Sandler se las arregló para conjugar sus dos pasiones, el cine y la música, bajo el alero de lo absurdo. En 1995, dejó Saturday Night Live y se lanzó de cabeza al mundo de la pantalla grande, donde además de escribir, producir y actuar en comedias como Airheads, Happy Gilmore, Billy Madison , Mr Deeds, Un papá genial y Embriagados de amor, compuso las canciones de muchos de sus comedias, entre ellas El Cantante de Bodas y 50 primeras citas. En toda, la tónica se repite: Adam es un tipo torpe, limitado y bonachón, que conquista al objeto de su deseo-llámese Drew Barrymore, Paz Vega o Wynona Ryder - con torpezas, pucheros y canciones socarronas. El 2003, Adam se casó con la verdadera mujer de sus sueños: La escultural modelo Jackie Titote. El padrino de bodas fue su perro Meatball, vestido de terno y con un Yarmulka en la cabeza. Hoy, lleno de salud, dinero y amor, Adam sigue riéndose de sí mismo. Hace poco, después de hacerse una cirugía laser en los ojos, declaró: “Ahora me doy cuenta de lo feo que soy”.